Perdigon
Nuestra experiencia desde el año
1943 en el proceso de fabricación de productos de plomo nos permite
manufacturar un perdigón de la más alta calidad, ya sea para la caza
o el tiro al platillo. Nuestro perdigón de plomo es fabricado usando
los mas modernos equipos, personal especializado, los mejores
insumos y las mas estrictas normas de control de calidad; lo que nos
permite obtener un producto siempre uniforme y poder asegurar un
estricto control de los diámetros, esfericidad, brillo y dureza.
Utilizamos sistemas de colada y también prensado para los tamaños
grandes.
El diseño de nuestros envases garantiza la perfecta conservación
del producto. Toda la madera usada para el embalaje cumple con la
norma NIMF-15.
El sueño que revolucionó la fabricación
de perdigones
A mediados del siglo XVIII se usaban
dos métodos distintos para fabricar las balas y perdigones en
función de su tamaño. Los perdigones grandes se fundían en moldes,
un método bastante obvio, aunque muy laborioso y que además producía
marcas en las juntas. Otro método, el que se usaba para los
perdigones más pequeños, consistía en verter plomo fundido a través
de un tamiz suspendido varios centímetros sobre un barril con agua.
El tamaño de los agujeros de este tamiz determinaba el diámetro de
los perdigones. Este segundo método tampoco era perfecto, el
resultado eran perdigones con forma de lágrima, ovalados y con
“cola”. Era necesario entonces pasarlos por una máquina que
eliminara las imperfecciones más importantes para finalmente obtener
un perdigon más o menos esférico.
Cuenta la historia que una noche de
1782, un fontanero de Bristol, Inglaterra, de nombre Watts acabó
borracho, incapaz de llegar a su casa, pasó la noche durmiendo a los
pies del campanario de Saint Mary Redcliffe. Esa noche soñó que de
la parte alta de la torre dejaba caer plomo fundido a través de un
tamiz y que este caía en un recipiente de agua.Existe otra versión
del sueño, tal vez más acorde con los temores de un borracho casado,
en el cual Watts sueña que es su mujer, la que le arroja plomo
fundido desde la torre de la iglesia a través de los agujeros de una
sartén.Viniera de donde viniera la idea, Watts y su esposa
decidieron probarla. Escogieron para ello la torre de la iglesia del
sueño donde colocaron un barril con agua en el suelo. La prueba fue
todo un éxito, tras verter el plomo fundido este caía como una
lluvia. Durante la caída, el aire empezaba a enfriar los glóbulos
del metal, el agua amortiguaba la caída y los acababa de
solidificar. No había que esperar más, Watts decidió patentar este
proceso y a principios de 1785, pudo poner en práctica su idea. Ese
año Watts alquiló una casa en Redcliff Hill, la misma calle en la
que ya tenía su negocio de fontanería, y empezó la que sería la
primera “torre para fabricar perdigones”.Hoy se utilizan diversos
procesos para la producción de perdigones pero todavía quedan
algunas fabricas alrededor del mundo que utilizan actualmente una
torre como la que soñó Watts.